


A mediados del siglo XVI, Kazimierz fue el centro de la vida intelectual y cultural de los judíos,
cuyas influencias se pudo ver en otros países europeos. Después de dos siglos convulsos, la constitución de los Habsburgos garantizó a los judíos todos los derechos civiles. Luego los intelectuales y los ricos se trasladaron a otras partes de Kazimierz y de Cracovia, pues en Kazimierz se hizo un típico 'Schtetl' europeo, en que vivieron los judíos pobres y ortodoxos. Kazimierz es un territorio, algo exótico para Cracovia y muy importante para la historia de la ciudad hasta el año 1939. Tras la invasión nazi, el gueto fue trasladado al barrio Podgorze en el otro lado del río Vístula y también fueron mandados miles de judíos a los campos de concentración, donde la mayoría de ellos murieron en las cámaras de gas.

Un representante de la exigua comunidad judía de Kazimierz no duda en afirmar de que «con la piel de las víctimas se hacían pastillas de jabón y salchichas para dar de comer a los perros y cerdos». Un 10 por ciento de los judíos lograron escapar de Cracovia y de Polonia y sobrevivieron al Holocausto. Ahora sólo 140 judíos viven en Cracovia, sobre todo la gente vieja que se reúne para rezar y discutir en la sinagoga Remuh en la calle Szeroka. Kazimierz y el gueto de Viena son las áreas judías mejor conservadas en Europa. En Kazimierz se encuentran seis sinagogas (una de ellas dedicada al culto) y dos cementerios. También se puede nver numerosos edificios rituales e institucionales.
Música en la diáspora
Ahora en Kazimierz se puede visitar el centro de la cultura judía, restaurantes con platos
tradicionales y la música klezmer cada noche. Siempre en el mes de junio se organiza un festival de la cultura y música judía, se puede escuchar y bailar en las calles del barrio y sentir un ambiente único. El género musical judío klezmer, originario de la Europa del Este, desmitifica hoy una larga historia de destierro. Desde sus orígenes en Polonia hasta su resurgimiento y diversificación en los Estados Unidos (donde reside la mayor comunidad polaca), la riqueza musical del klezmer manifiesta en la actualidad señas de identidad inquebrantables al tiempo que se diversifica y expande geográficamente.

Aunque, en verdad, el significado etimológico de la palabra klezmer es una combinación de dos términos en hebreo: kley, que es instrumento, y zemer, canción. Si como dice el clarinetista Giora Fiedman: «un klezmer (alude al músico) no hace música, sino que habla y reza a través de su instrumento». Su lengua no es otra que el yiddish, un dialecto considerado vulgar como resultado de la mezcla del alemán, lenguas eslavas y el hebreo.
Los instrumentos básicos del klezmer contemporáneo son tres, aunque según consta documentalmente, en un principio eran instrumentos de cuerda, viento y percusión. Como en la música de otro pueblo sometido a la errancia por Europa durante siglos, la música judía, a partir del siglo XIX, dio importancia al clarinete, el acordeón y el violín, mientras que la gitana cambiaría el clarinete por la guitarra. Esto no quiere decir que no pudieran ser intercambiables o ampliables al piano (a finales de esa centuria y siempre que las condiciones fueran favorables para el sedentarismo), el tsimbl o cimbalón (compartido con los gitanos de Hungría), la flauta (fue reemplazada por el clarinete), el cello y algo de percusión. En cuanto al elemento improvisado, y partiendo de se trataba de un material tanto oral como escrito, existe en el klezmer como ya lo hacía en los antiguos cantos litúrgicos judíos. Evidentemente, su convivencia con el jazz ha hecho que su expresividad cambie acercándose a los modos de esta música.

Muchos judíos abandonaron el Este de Europa a finales del siglo XIX y muchos más lo harían durante la persecución nazi y estalinista. El destino era los Estados Unidos, y el primer puerto donde arribar, Nueva York. Aunque el resurgir aparece tímidamente en la década de los 70 de la mano del influyente clarinetista de origen argentino Giora Feidman (además de la labor de Zev Fledman y Andy Statman), habría que remontarse a finales de los 80, coincidiendo también con el fenómeno emergente de la Knitting Factory (escenario underground neoyorquino), para empezar a captar la importancia de The Klezmatics en el auge del klezmer y sus derivados estilísticos.
Pero llegó la hora de Cracovia, el origen, la raíz. Kroke se ha consolidado como una banda que desarrolla una suerte de klezmer progresivo. Es el grupo polaco más conocido en el mundo gracias a la 'world music'. En otra dirección, Klezzmates se sumerge en la fusión con el jazz.
Maxi de la Peña, en el Diario Montañes.

Músicos de klezmer delante del Museo de Galicia, Cracovia.